¿Cuándo una crisis debe llevar al cambio de carrera?
- Maria Ximena Valencia
- 7 feb
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 7 feb
No somos pocos quienes recordamos haber atravesado crisis de carrera. El tránsito por la universidad, con todas las materias, ejercicios y evaluaciones que requiere, exige bastante de un estudiante. Aún en los casos en que se sienta gusto con su elección, con seguridad habrá experiencias, temas y actividades que generan rechazo, pereza, inseguridad o cuestan mucho esfuerzo. También cansancio, deseos de tirar la toalla. Dudar de la vocación y de la proyección a futuro con la carrera elegida resulta muy natural en este estado, con preguntas como:
¿Valdrá la pena tanto esfuerzo?, ¿De verdad sirvo para esto?, ¿Después de todo, me sigue gustando esta profesión?, ¿Me interesan ahora también otras cosas, sigue teniendo sentido lo que hago?
Puede ser que la respuesta a estas preguntas tarde un buen tiempo, meses, a veces años, lo cual angustia un poco. Cabe recordar que los altibajos también son parte del ciclo universitario, como de todo en la vida. Es deseable, no solo normal, que esta sea una etapa para formarse y para experimentar, ojalá fielmente, lo que se estaría haciendo en el trabajo. Por ello, pueden y deben aparecer vacíos y tensiones que hacen a los estudiantes tambalearse y sentirse en crisis. Por fortuna, este es el abono ideal para construir el propio sentido de la profesión, con reflexión y una guía adecuada.
Lo que quisiéramos saber es cuándo el natural desánimo se vuelve indicio de necesitar un cambio de dirección para contemplar otras profesiones u otras rutas vitales. De lo contrario, nadie quiere en sus hijos debilidad de carácter ni caprichos que les impidan echar raíces para crecer y florecer. Con el fin de ayudarte a esclarecerlo en el caso de tu hijo o hija, estas son señales que la experiencia profesional me ha mostrado:
Lucha por madrugar, trasnochar o concentrarse el tiempo suficiente para terminar algo. O se resiste a comenzar y puede adivinarse una lucha interna para acometer tareas de sus materias. Descansar no parece resolverlo.
Podría mostrarse abiertamente rebelde con el ritmo y exigencias de su Facultad, hablando de inconformidades y quejas sobre la carrera, la vida laboral, sintiendo limitaciones a su desarrollo como persona o viéndose forzando/a a encajar.
Ha perdido conexión con sus compañeros de estudio y los amigos con quienes desarrollaba trabajos y jornadas. Quizás se encuentra más tiempo con gente de otros campos.
La inconformidad permanece; no se trata solamente de un problema de aprendizaje con un docente o una experiencia difícil que le demanda atención, madurez y resistencia.
Dejó por completo de disfrutar lo que hace, no se le ve en el cuerpo y la expresión facial el gusto por ello, no brillan sus ojos al hablar de lo que hace, ni se le ve por cuenta propia aprendiendo algún tema o habilidad en su carrera.
Puede haber mentido sobre su asistencia a clases, sus notas o sus horarios, se ha mostrado evasivo/a y de pocas palabras sobre ello.
Otros campos o asuntos comienzan a ocupar más su atención y quizás está tomando más en serio ahora algo que parecía solo afición.
En caso de que no se presenten estas señales, ayudarás mucho abriendo el diálogo abierto y sin juicios, donde más que "dando sermón" o "pidiendo cuentas", se esté escuchando, compartiendo y preguntando. Todos tenemos derecho al cansancio, a bajones en la productividad y la motivación. Formas de solucionarlo son, por ejemplo, ajustes en sus hábitos para volver a una disciplina, revisar sus prioridades, agregar a las rutinas algo placentero que le entretenga y descanse o, por el contrario, pedir mayor enfoque en sus metas. Este apoyo le dará fuerza para pasar pruebas duras y hacerse más fuerte si se lo propone. Ojalá pronto le veas recuperar su entusiasmo.
Si las anteriores situaciones describen el caso, se necesita iniciar una orientación vocacional que le acompañe a identificar sus desencuentros con la actual carrera, actualizar su autoconocimiento y cambiar de ruta si es necesario. Si tu hijo o hija tiene un nuevo norte, le ayudará a aumentar la seguridad y prepararse para el nuevo camino. Muchos no tienen un plan B y se sienten perdidos. Al cabo de la orientación, la crisis actual tendrá buenos frutos aprendiendo de ella, recuperando la motivación y el compromiso para construir la verdadera vida a su medida, que equivale a cultivar su propia realización como persona.
Bien sea que tu hijo o hija se encuentre solo desmotivado/a puntualmente o pase por una crisis vocacional más profunda y persistente, amerita una valoración y puede recibir apoyo para superarla y sacar lo mejor de esta situación. Conoce más en www.orientacióntuhuella.com
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