¿Por qué, si antes era tan sencillo escoger? (parte 2)
- Maria Ximena Valencia
- 16 nov 2023
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 27 nov 2023

En esta segunda parte del artículo, continuamos analizando lo que hace tan compleja la decisión de carrera hoy día, a partir del cuarto argumento:
4. Se dice que el tener muchas opciones es un obstáculo para tomar una decisión, así que puede ser agobiante escoger teniendo en cuenta que sólo en Colombia hay 300 instituciones de educación superior, que ofrecen 12000 programas académicos. Los jóvenes deben considerar seriamente nuevos campos de acción, como el digital, que es enorme y aún inexplorado. También existen carreras innovadoras originadas en la combinación de disciplinas que otrora eran simplemente carreras tradicionales; es el caso de la Ingeniería biomédica, que aplica la ingeniería para solucionar necesidades específicas en el campo de la salud, o el pregrado en Administración de servicios de salud.
Ahora, los modos de estudiar son muy diversos, implicando tener que decidir entre muchas opciones, cuyas ventajas y desventajas no son tan fáciles de prever: Contemplar la virtualidad o la modalidad híbrida (parcialmente presencial), los ciclos propedéuticos (niveles técnico y tecnológico antes del título profesional) y los dobles programas, hacen parte del gran abanico que se abre, siendo un reto para el estudiante optar por la mejor opción. Por ejemplo, cursar dos carreras posibilita a los estudiantes construir su perfil más específico, de modo que una persona estudie derecho y administración, para poder desempeñarse en cargos de gerencia que aprovechan ambos campos.... Sin embargo, sus fortalezas también pueden desdibujarse detrás de perfiles poco definidos. Retos y costos personales asociados que el estudiante deberá analizar con cuidado.
5. Últimamente toma muchísima fuerza la formulación de ciclos propedéuticos técnico, tecnológico y profesional, de tal manera que la gente puede estudiar y certificarse en nivel técnico y competencias laborales básicas en apenas 2 años, continuar sus estudios hacia una certificación tecnológica en un año más, para luego obtener el título profesional de pregrado en cuatro o 5 años. Este camino facilita que los y las jóvenes puedan insertarse laboralmente al término de dos o tres años, adquirir experiencia laboral más pronto y así generar recursos para pagar sus estudios con el propio trabajo.
6. En contraste, siguen en alta demanda las carreras profesionales tradicionales, que toman cinco años o más, como medicina, derecho, psicología, administración, contaduría, arquitectura o algunas de las ingenierías. Producen cada año profesionales que alargan filas enormes de desempleados, mientras hay demandas del mercado laboral esperando a personas idóneas que suplan necesidades concretas y sentidas: hablamos de lo digital y, muy especialmente, la necesidad de más programadores. También, de carreras como la docencia o la enfermería, con alta demanda de personal bien calificado y fuga del recurso humano hacia otros países.
7. Las decisiones equivocadas al escoger carrera acarrean pérdidas, a veces enormes, de tiempo, esfuerzo, autoestima o dinero, lo que a su vez mantiene baja la oferta en áreas de trabajo que podrían ser fuente de éxito para muchos jóvenes, y aplaza la solución a problemas relevantes para la sociedad. Estar en el lugar equivocado puede reflejarse en bajo desempeño y problemas de salud mental como altos niveles de estrés, depresión y ansiedad, es decir, vidas infelices.
8. Tan difícil es, en muchos casos, ubicarse en la carrera y proyectar la vida futura adecuadamente, que los mal llamados “ninis”, o jóvenes entre 15 y 28 años, que “ni estudian ni trabajan”, ascendieron en Colombia a 2,64 millones entre abril y junio de 2023 y se llegó a casi uno de cada cinco jóvenes en situación de desempleo. Cifras alarmantes de personas que no están construyendo sus propias vidas ni potenciando desarrollo propio ni de su entorno, representando una inmensa carga social y económica a corto, mediano y largo plazos.
La red global GOYN nos recuerda que ellos son, en realidad, “jóvenes con potencial”, que en un 90% desean realizar estudios post secundarios, aunque 31% no ha accedido a esta educación ni a empleo formal. Este problema nos lleva a cuestionarnos cómo insertar en la sociedad de forma real -armónica, productiva, inteligente- a todos los nuevos adultos, ya que estas cifras llevan a concluir que no lo estamos logrando.
Todo lo anterior amerita actualizarse continuamente para que los bachilleres sean informados en torno a las opciones para mejorar empleabilidad, competitividad y adecuación de sus perfiles. Se han diversificado y transformado los modos de trabajar y el mercado laboral. El buen criterio del orientador vocacional aporta al del adolescente para elegir formación de calidad y considerar los aspectos logísticos, emocionales y económicos que hagan viable su elección.
Se debe tener, en lo posible, conocimiento profundo del estudiante, si se busca mediar entre las necesidades personales y las del entorno. Y trabajar en el optimismo y la mirada constructiva para que los jóvenes de hoy, quienes apenas vislumbran el curso de su vida unos pocos años adelante, en medio de nuestro entorno VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo), se atrevan a soñar, aspiren a altos logros, confíen en sí mismos y avancen con firmeza hacia su futuro.
Con todo esto en mente, ¿conviene una buena orientación para la decisión de carrera? ¡Te leo en los comentarios!
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